casa fil

reforma interior
Una pequeña planta baja y un programa extenso para su superficie: esta reforma es un auténtico encaje de bolillos. Un trabajo donde se reflexiona, además, sobre el estilo rústico y su aplicación en la contemporaneidad.
El cambio de necesidades de los usuarios de una vivienda hace que el espacio se transforme por completo. En este caso, el requisito de incluir un dormitorio en planta baja y generar un espacio abierto e iluminado hace que todo quede reestructurado entorno a una vivienda que se abre a la iluminación natural. En este proyecto cada rincón está aprovechado, ya que la vivienda pretende albergar un programa exigente: recibidor, cocina, comedor, salón, lavadero, dos baños, dormitorio principal y escalera distribuidos en tan solo 60 metros cuadrados y generando un espacio abierto para una vida familiar en común.
Por otra parte, para elegir los materiales de esta vivienda tuvo lugar todo un proceso de reflexión en el que revisamos qué significaba el estilo rústico tanto para nosotras como para nuestros clientes.
¿Qué era lo que nos gustaba de ese estilo y lo que creíamos prescindible?
Finalmente llegamos a la conclusión de que lo que más nos importaba era esa sensación de material verdadero, es decir, sentir que cada elemento refleja la existencia de unas manos detrás fabricándolo y que no esconde su origen.
Así, la paleta de materiales de esta reforma la forma una madera natural de nogal, azulejos de barro hechos a mano en blanco para la cocina y en color rosa molón para el baño, baldosas de gres grisáceo colocadas con mucho amor en espiga para el pavimento y paredes en blanco, un color neutro que articulara todo lo anterior.